Sé
que este blog se ha ido a menos. Pero es que vivir una temporada ocupado o
feliz puede anular la crítica por la ilusión del amor en un santiamén. Decir
que me encuentro trabajando en un proyecto imposible de finalizar (por su
propia consistencia simbólica) no aclara nada. Este blog se ha ido a menos,
conmigo por la borda. Es tiempo de acabar con todo esto, cerrar una etapa de mi
vida y renacer a la manera de los cristianos que no creen en la muerte como
permanencia o eternidad. Su eternidad es feliz y la mía es angustiosa. Los dos
renacemos de la misma manera: con la conciencia de nuestro karma: todo
cristiano será Cristo y alcanzará el cielo (ese cielo que según Mateo: “se
alcanza con violencia”) o descansara en el dolor del infierno. Para mí hay una sola
eternidad y es la de la angustia: angustia célere, umbría, soturna. Angustia
para iniciar una obra con pasión y acabarla o no acabarla, porque la
trascendencia real de una obra sólo está en quien la hace. El autor viaja por
aquel planeta de navegaciones como un marinero pálido: la luz de este sol no
quema, trasforma.
La
búsqueda del tono en ese lugar de las navegaciones, hace hoy día que ésta sea
la última publicación del blogdemoraortega. Ha sido para mí un viaje
maravilloso.
Es
el fin de algo que no acaba. Siempre miraremos el horizonte por la borda.
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