lunes, 7 de mayo de 2012

El Mesías Equivocado





Pocas miradas lo destejían, pocas lágrimas daban un sustento al suelo y a la tierra. Una mirada lejana recorrió la cruz y le deseo otra suerte.
Jesús no pidió agua, pidió olvido. En una visión -que calificó como sueño- vio el miedo y la muerte de los que quería salvar, supo que su legado se llenaría de sangre, que las lágrimas no eran con él, que su paz se desintegraba, y que su muerte sería la muerte de sus hermanos. Pero cosa extraña: la visión se repitió tres días después, y en su memoria –que ya es pasado- y en su presente, se sigue repitiendo.
Pero ahora que se ha encontrado con su padre, sabe que la paz, la dicha y la salvación habían sido las de él: “Me he equivocado” se dijo y siguió lactando.